En primer lugar considero que es conveniente señalar la definición de Familia, la cual para el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es el 1. f. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas. Sin duda, se infiere de éste grupo un ciclo vital o también llamado evolución o dinámica interna obviamente delimitado y análogo como sistema cambiante.
En nuestros días ha crecido significativamente el número de familias formadas por uno solo de los cónyuges con hijos dependientes, acentuando éste fenómeno desde los años 70’s y donde el 84 % de los casos, el cónyuge que vive con sus hijos es la mujer.
Es evidente, que a partir de la mitad del S. XX, las mujeres progresivamente empezaron a salir del hogar para trabajar, estudiar y realizarse como personas, fenómeno conocido como la liberación femenina, y que poco a poco ha ido llegando a diversas sociedades, incluso, aunque con matices más suaves, al islam. La mujer se dio cuenta de que en ocasiones, el hombre no era necesario para sacar adelante un hogar, y ella misma podría procurarse los medios para subsistir con sus hijos; sin dejar a un lado las madres que deben de tener claro que es muy importante la presencia del padre en la educación y formación de los niños, especialmente en los hijos varones.
Partiendo de esta idea, cada día es más común que una mujer decida establecer su propia familia sin la presencia de un hombre, lo cual demuestra que cada día la opinión de la sociedad en torno al tema se vuelve más abierta y receptiva.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando la persona que tiene el cargo de los hijos es el padre? Cabe precisar que las razones de ello radican en: Hombres que consiguen la custodia de sus hijos tras un divorcio, o que quedan viudos, o a los que su ex mujer hace responsable de los niños, o incluso que deciden tener un hijo a pesar de no tener pareja. Lo cual implica que aceptar la responsabilidad total de los hijos no es tarea fácil, puesto que hay que conjugar muchas obligaciones, desde el trabajo fuera de casa, a preparar la comida, arreglar el hogar, lavar la ropa, ayudar a los niños en las tareas escolares, ganarse la vida, cuidar a los niños, pagar las cuentas, reparar el automóvil y hacer las compras, entre muchas otras labores. Y por tanto es conveniente evitar las presiones sociales externas para no caer en la soledad.
Desde luego que se debe cumplir con absolutamente todo, y para ello es bueno mantener una rutina: en la que se establezcan las horas de las comidas, actividades por las tardes o el tiempo que sus hijos deben dedicar al estudio, además de otras tantas dificultades siempre sujetas a criar a un niño como especie de prueba que en su momento plantea a la sociedad, que no espera o no cree que un hombre pueda realizar esta tarea satisfactoriamente.
Claro está que el adulto pasará el tiempo completo o la mayoría del tiempo sino es educando a los hijos, por lo menos preparándolos a ser independientes y autosuficientes. Pero a pesar de todo lo que se ha mencionado, también es importante señalar que en muchas de las familias monoparentales los hijos tienen problemas de adaptación, de socialización, de confianza o de dedicación, pues si bien es cierto los hijos crecen con la falta de una figura y que en su momento no hace falta porque el padre sustituto satisface las necesidades. Pero que al cumplir una edad en la que entiendan situaciones críticas es probable que comiencen a hacerse preguntas tales como: ¿Por qué a mí?, ¿qué es una familia?, ¿Dónde está mi padre/madre ahora?, ¿Qué hice para que no me quisiera?, ¿A caso mamá fue la culpable de la separación?, ¿Por qué otros son tan felices en sus familias?, ¿será que algún día lo conozca?, ¿qué fue de su vida? entre otras más cuestiones que en la juventud se pregunta a sí mismo y que quizá no logre responderlas. Sin embargo lo más seguro es que tenga una actitud de rechazo por parte del familiar que hizo falta y por ello tenga una actitud rebelde e inadecuada y perjudicial inconscientemente para el hijo. Entonces aquí el punto es que quien esté a cargo comience contestando de manera clara, por ejemplo diciendo que el padre se encuentra fuera del país o en el cielo pero que aún se le quiere y que puede en un futuro regrese. Y no utilizando calificativos como: “cuando venga te traerá muchos regalos” o “se encuentra en una posición social excelente”, no creando una idea falsa y probable que nunca llegue a suceder.
Por otra parte, el tutor tiene el derecho a iniciar una nueva vida junto a su familia con otra persona, pero es su decisión involucrar a alguien más para hacerse cargo de los hijos y lo más conveniente es que lo haga cuando los mismos tengan la edad en que comprendan mejor las cosas, para que esa persona si así lo considera vuelva a conocer el amor, afecto o simpatía y concluya con su etapa de relaciones afectivas que comprende un periodo de noviazgo formal.
Es cuanto.
Fraternalmente Juan Escamilla Sánchez, de la R:.L:.S:. Fraternidad 88 No. 81, A. C. Or:. Saltillo, Coahuila.
En nuestros días ha crecido significativamente el número de familias formadas por uno solo de los cónyuges con hijos dependientes, acentuando éste fenómeno desde los años 70’s y donde el 84 % de los casos, el cónyuge que vive con sus hijos es la mujer.
Es evidente, que a partir de la mitad del S. XX, las mujeres progresivamente empezaron a salir del hogar para trabajar, estudiar y realizarse como personas, fenómeno conocido como la liberación femenina, y que poco a poco ha ido llegando a diversas sociedades, incluso, aunque con matices más suaves, al islam. La mujer se dio cuenta de que en ocasiones, el hombre no era necesario para sacar adelante un hogar, y ella misma podría procurarse los medios para subsistir con sus hijos; sin dejar a un lado las madres que deben de tener claro que es muy importante la presencia del padre en la educación y formación de los niños, especialmente en los hijos varones.
Partiendo de esta idea, cada día es más común que una mujer decida establecer su propia familia sin la presencia de un hombre, lo cual demuestra que cada día la opinión de la sociedad en torno al tema se vuelve más abierta y receptiva.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando la persona que tiene el cargo de los hijos es el padre? Cabe precisar que las razones de ello radican en: Hombres que consiguen la custodia de sus hijos tras un divorcio, o que quedan viudos, o a los que su ex mujer hace responsable de los niños, o incluso que deciden tener un hijo a pesar de no tener pareja. Lo cual implica que aceptar la responsabilidad total de los hijos no es tarea fácil, puesto que hay que conjugar muchas obligaciones, desde el trabajo fuera de casa, a preparar la comida, arreglar el hogar, lavar la ropa, ayudar a los niños en las tareas escolares, ganarse la vida, cuidar a los niños, pagar las cuentas, reparar el automóvil y hacer las compras, entre muchas otras labores. Y por tanto es conveniente evitar las presiones sociales externas para no caer en la soledad.
Desde luego que se debe cumplir con absolutamente todo, y para ello es bueno mantener una rutina: en la que se establezcan las horas de las comidas, actividades por las tardes o el tiempo que sus hijos deben dedicar al estudio, además de otras tantas dificultades siempre sujetas a criar a un niño como especie de prueba que en su momento plantea a la sociedad, que no espera o no cree que un hombre pueda realizar esta tarea satisfactoriamente.
Claro está que el adulto pasará el tiempo completo o la mayoría del tiempo sino es educando a los hijos, por lo menos preparándolos a ser independientes y autosuficientes. Pero a pesar de todo lo que se ha mencionado, también es importante señalar que en muchas de las familias monoparentales los hijos tienen problemas de adaptación, de socialización, de confianza o de dedicación, pues si bien es cierto los hijos crecen con la falta de una figura y que en su momento no hace falta porque el padre sustituto satisface las necesidades. Pero que al cumplir una edad en la que entiendan situaciones críticas es probable que comiencen a hacerse preguntas tales como: ¿Por qué a mí?, ¿qué es una familia?, ¿Dónde está mi padre/madre ahora?, ¿Qué hice para que no me quisiera?, ¿A caso mamá fue la culpable de la separación?, ¿Por qué otros son tan felices en sus familias?, ¿será que algún día lo conozca?, ¿qué fue de su vida? entre otras más cuestiones que en la juventud se pregunta a sí mismo y que quizá no logre responderlas. Sin embargo lo más seguro es que tenga una actitud de rechazo por parte del familiar que hizo falta y por ello tenga una actitud rebelde e inadecuada y perjudicial inconscientemente para el hijo. Entonces aquí el punto es que quien esté a cargo comience contestando de manera clara, por ejemplo diciendo que el padre se encuentra fuera del país o en el cielo pero que aún se le quiere y que puede en un futuro regrese. Y no utilizando calificativos como: “cuando venga te traerá muchos regalos” o “se encuentra en una posición social excelente”, no creando una idea falsa y probable que nunca llegue a suceder.
Por otra parte, el tutor tiene el derecho a iniciar una nueva vida junto a su familia con otra persona, pero es su decisión involucrar a alguien más para hacerse cargo de los hijos y lo más conveniente es que lo haga cuando los mismos tengan la edad en que comprendan mejor las cosas, para que esa persona si así lo considera vuelva a conocer el amor, afecto o simpatía y concluya con su etapa de relaciones afectivas que comprende un periodo de noviazgo formal.
Es cuanto.
Fraternalmente Juan Escamilla Sánchez, de la R:.L:.S:. Fraternidad 88 No. 81, A. C. Or:. Saltillo, Coahuila.
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